O noso proxecto

jueves, 26 de marzo de 2015

AMELIA FERREIRA PEÓN

"Era una fascista esa profesora"

Amelia Ferreira Peón nació en Pontevedra el 12 de abril de 1926. Su madre tenía 19 años y era soltera. Su infancia y juventud se desarrollan entre una guerra y una posguerra crueles, con un tono de picaresca. Es una luchadora nata que desde la nada supo mirar siempre el futuro con optimismo y conseguir una vida acomodada para sus descendientes, entre los que tengo el honor de encontrarme.
Lamentablemente ahora, que ya lleva más de dos años sin su gran amor, su alegría a veces enflaquece y el futuro se torna amargo.

- ¿En qué año nació?
- El 12/04/1926

- ¿Qué edad tenía su madre?
- 19 años

- ¿Pasó hambre de pequeña?
- Mucha hambre, porque yo era hija de soltera, sin padre. Y pasamos mucha hambre
porque en mi casa no trabajaba nadie. Trabajaba mi abuelo; pero era un
“borrachín” y lo que ganaba lo llevaba a la taberna y mi abuela, la pobre, iba a las
piñas al monte para volver a la noche y calentarnos en una “lareira” para ir
calentitos para cama, una cama con colchón de paja. Mi madre trabajaba en
Pontevedra en una casa y ganaba 3 pesetas cada día y con eso teníamos que comer
todos y pagar casa y todo… Luz no pagábamos porque no había, sólo había velas
o candiles de gas.

- Las veces que comían ¿Qué comían?
- Pues unas veces comíamos un poquito de caldo con unas verduras y un poco de
harina. Si teníamos pan se lo echábamos, porque entonces aún había algún pan,
porque cuando mi abuelo me mandaba a la taberna a comprar un paquete de
cigarros, que valía 3 “chicas”, yo le pedía un pataco para mí y con él compraba
una onza de chocolate de “chica” y una “chica” de pan y volvía toda contenta para
casa… Y, al mediodía, si venía alguna pescadera ambulante cogíamos un poco de
pescado…Comíamos así, cosas que no valían para nada; pero todos estábamos
sanos.

- ¿Sus padres de qué trabajaban?
- De nada, porque yo no tenía padre y mi madre ya lo dije. Mi abuelo era un
serrador; pero todo lo que ganaba lo gastaba en la taberna. Y al trabajo llevaba
una caldereta, la colgaba en un palo, le echaba un poco de agua, un trozo de
bacalao con unas sopas de pan y hacía unas migas y así comía.

- ¿Era muy amiga de su abuela, no?
- Yo a mi abuela la quería muchísimo porque ella me quería muchísimo a mí….
Cuando murió me dijo, hija mía, mira en el delantal, que tengo 8 pesetas y cógelas
para ti, que te quiero mucho. Cuando murió, lloré y lloré que me cansé de llorar
porque para mí mi abuela era mi madre, porque mi madre a mí no me quería, a
quien quería era a mi hermano. Yo tenía cinco años cuando nació mi hermano y
yo no lo quería, porque cuando nació y lo fui a ver era tan moreno que parecía
negro, y entonces me fui a un camino, que estuve todo el día sin comer ni nada,
hasta que vino un tío mío y me vino a buscar diciéndome que volviera para casa,
que mi hermano era muy feo y no había quien lo quisiera… Y entonces marché
para casa.

- ¿Tenía regalos en Navidad o en su cumpleaños?
- No tenía regalo ninguno. Nadie de mi casa tenía regalos porque no había un
pataco… no había nada; tanto era que yo no tenía ni qué vestir. Mi madre me
hizo un kimono con sacos y le puso unos ribetes amarillos y yo estaba toda
contenta.

- ¿Con qué jugaba entonces?
- Jugábamos al escondite, porque otra cosa no había con que jugar… A correr por
el monte abajo o por los campos a hacer volteretas…

- ¿Iba al colegio todos los días?
- Yo iba al colegio todos los días; pero faltaba muchas veces porque yo iba al
colegio toda peinada y guapa y cuando iba por el camino, cuando faltaban unos
25 metros para llegar a la escuela, había una casa que tenía un gallinero muy
grande y me sentaba al lado del gallinero y con una caña, cuando la gallina ponía
un huevo, yo lo arrastraba con la caña para cogerlo, le hacía un agujero y lo
chupaba… A lo mejor chupaba 3 o 4, los que pudiera coger, y estaba allí sentada
y cuando oía salir a los niños de la escuela yo marchaba para casa toda tranquila.
Al día siguiente, a lo mejor, si no iba tan peinada, llegaba al colegio y al llegar
me llamaba la maestra y me decía con sorna lo guapa que iba -Ella no se daba
cuenta de que yo no tenía piojos y las que estaban a mi lado estaban plagadas de
ellos, le andaban por encima de los hombros – y entonces me despeinaba toda y
me ponía de pie contra la pared y no me dejaba ni ir a comer para castigarme…
Claro, yo también era un poco burra porque en mi casa nadie sabía leer ni escribir
y entonces yo no sabía hacer nada, solo lo que ella explicaba, y, como a mí ya
parece que me tenía manía, no me explicaba nada y yo sabía poco y me pegaba en
las manos y en las piernas con una vara… Me pegaba una barbaridad. Era
malísima…Era una fascista: su marido era teniente coronel y tenía ocho hijos y
prefería que le muriese el marido en la guerra antes de que ganasen las izquierdas.
Cuando estaba embarazada y no venía, todos estábamos contentos porque
cambiábamos a otra profesora que era mejor persona que ella.

- ¿Cuándo iba al colegio le ponían deberes?
- No…, porque yo no los sabía hacer.

- ¿Cuándo iba aprendía algo?
- Sí. Aprendí a sumar, a restar, a multiplicar y a dividir por una cifra; pero no fui
siempre con esa maestra…En el verano había un señor que ponía una escuela para
los niños….Y con aquél aprendíamos más que con la maestra…

- ¿Usaban papel o pizarra?
- Pizarra y pizarrín

- ¿Cuándo dejó el colegio y empezó a trabajar?
- ¡Uy…! Lo dejé pronto… A los 15 años ya marché al monte a hacer agujeros para
plantar eucaliptos para ganar una peseta… E iba al monte y me sangraban las
manos y llegaba a casa y me picaban y reventaban en sangre y me decían que
orinase en ellas… Lo hice y creí que me volvía loca.

- ¿Cuánto ganaba?
- No me acuerdo, pero sé que aún ganaba algo… Cuando fue de la guerra que no
había pan, íbamos a la cola del pan y, cuando estábamos en la cola, se acababa el
pan y teníamos que volver a casa sin pan ninguno y después, como era mucha
caminata, que eran 6 km de ida y otros 6 km de vuelta, nos metíamos en el tren
hasta Figueirido, de polizones, acostadas debajo de los asientos, las mujeres nos
tapaban con los delantales, y así íbamos y veníamos. Y una vez mi prima en vez
de coger el tren de Vigo cogió el que iba para Santiago y al llegar al Puente de la
Barca, que se dio cuenta, empezó a gritar y a llorar y entonces al revisor le dio
pena y le dijo que al llegar a la primera estación le daba un billete para Pontevedra.
Había un montón de fascistas, porque cuando mi hermano tenía 10 años se burló
de un señor en una bicicleta de mujer y paró y nos quería llevar a todos al
cuartelillo; menos mal que un vecino nos defendió.

- ¿Vivía en una casa de su propiedad?
- No. Vivíamos en una casa alquilada, sin wáter, sin lavabo…

- ¿Tenían tierra donde plantar?
- Algo sí…Plantábamos unas patatas en un trozo

- ¿Tenían árboles frutales?
- Me parece que un ciruelo y un cerezo…

- ¿Tenían gallinas, cerdo…?
- Gallinas sí…Cerdo, no, porque no teníamos qué darle… Cuando mi madre
trabajaba en Pontevedra, yo iba todos los días a llevarle la comida, descalza,
cuando llovía me clavaba en los pies las arenas….Me caía la comida a veces y la
volvía a coger…Luego volvía para casa y como no tenía ropa seca que poner, iba
para cama.

- ¿Tenían mascota?
- Sí… Gatos había, dos o tres. Perro no teníamos.

- ¿De que trabajaban los padres de su marido?
- El padre era panadero y la madre estaba en casa, tenía una vaca y le daba
leche…Ellos no pasaban mucha hambre porque el padre traía todos los días un
kilo de pan para casa; pero muchos niños lo esperaban por el camino, le pedían el
pan y él se lo daba y volvía a casa sin pan porque le daban pena los niños.

- ¿Su marido tenía casa propia?
- Sí. Vieja, pero sí, y una huerta muy grande.

- Ideológicamente, ¿de qué bando eran?
- Todos contra Franco, porque yo tenía un tío que fue a la guerra y estaba en
Asturias, lo cogieron, lo prendieron, escapó y vino andando desde Asturias con
unos trozos de unas gomas en los pies, con unos alambres, unos pantalones todos
rotos…mi abuela lo bañó y lo metió en cama y estuvo escondido en casa 2 años,
hasta que vino un gobernador y dijo que todos los que estuvieran escondidos se
presentaran, que no les iba a pasar nada… Se entregó y cumplió…Hasta le dio
papeles…
Un día por la mañana íbamos a un pozo a lavar mi madre y yo y en la carretera
había pintadas unas letras en rojo que decían “Viva Rusia” y vinieron los “cívicos”
en un camión, nos pararon, nos preguntaron si teníamos hombres en casa, le
dijimos que sólo mi abuelo que era muy viejo…. Y nos dijeron que ellos iban para
Arcade y que, cuando volvieran querían encontrar borrada la pintada de la
carretera, porque si no era así, nos llevarían al cuartelillo. Cogimos cepillos y nos
pusimos a rascarlas, pero no salían; hasta que un vecino (aunque era de derechas;
pero nos quería bien) nos miró y nos dio alquitrán para borrar las letras….A la
vuelta efectivamente pararon y al mirar que estaba borrado, marcharon.

- ¿Tenían algún trabajo en la posguerra?
- Hacíamos muchos calzoncillos para los presos: 25 calzoncillos en un día… y
camisas para los presos. Y para el ejército también hacíamos algún pantalón, y los
llevaba yo a la tarde a la carretera de Orense y me daban otro paquete. Si eran talla
pequeña bien, pero si eran grandes, pesaban y llegaba destrozada a casa. Y así,
con la maquina a coser mi madre, y yo a hacer ojales y coser botones, ganábamos
para comprar pan y leche…Los calzoncillos eran a real y las camisas creo que
eran a 40 céntimos….Ganábamos para el día…. Y, además, nos quedaba el hilo,
que nos lo daban ellos y a veces también nos quedábamos algún botón de los
militares…
Lo pasábamos muy mal, porque, además, mi madre era muy comunista y no quería
levantar la mano con el “Cara al Sol”, nunca la levantaba…. Y una vez vinieron
a buscarla para rasurarle la cabeza, menos mal que estaba empleada en Sanidad
haciendo la limpieza, pidieron a su favor y la salvaron.

-¿Recuerda alguna muerte, alguna detención?
- A una vecina vinieron a buscarla para cortarle el pelo… Se lo cortaron y
abusaron de ella, y la chica, que era joven, a los pocos días murió.
Yo recuerdo que tenía un tío que era conductor y estaba trabajando en la casa de
un fascista y, a veces, a las 12 de la noche, lo venía a buscar para recoger los
presos en la cárcel, llevarlos a La Caeira y allí los ponían en fila y les disparaban.
Mi tío cuando tenía que hacer eso no era capaz de recuperarse en una
semana…Mataron al médico Camaño, al hijo de Poza…

-¿Pasó miedo?
- Pasamos mucho miedo cuando mi tío estaba escondido en casa porque nos
podían denunciar y nos mataban a todos.

-Me hablaba de una cartilla de racionamiento… ¿en qué consistía?
- Te la daban para el mes: tres litros de aceite, dos kilos de azúcar, un kilo de
arroz…Creo… Nada más… Pero a veces no tenías dinero para pagarlo y cogías
la mitad y la otra mitad ibas a buscarla cuando tuvieras dinero…En Vilaboa, que
nosotros vivíamos en Vilaboa, no te daban pan con la ración y entre varios fueron
a reclamarle al gobernador el pan y después nos lo daban… Pero teníamos que ir
a buscarlo a Paredes, a unos 7 km de distancia, todos los días.

- ¿Qué fiestas había?
- San Martiño, Santa Marta… Aquellos días comías carne, higos, uvas pasas, pan,
en casa de algunos vecinos… En El Pino había un baile en el que se pagaban tres
patacos, que fue donde conocía a mi marido. Nos hicimos novios y él fue a hacer
el servicio militar a los 21 años. Cuando murió mi abuela, y yo no podía salir,
venía a verme a casa. A los 25 años tuve un hijo y mi marido trabajaba en una
fábrica de curtidos; al cerrar la fábrica quedó sin trabajo y le dieron 7.000 pesetas
de indemnización, que me dio a mí por si le pasaba algo, para que le quedaran asu hijo…Así estuvo sin empleo hasta que abrió Tafisa y entonces nos casamos,
cuando lo hicieron fijo, a los seis meses.

- ¿A qué se dedicaba?
- Hacía radios, televisores… Era electricista…. Aunque sabía de carpintero, de
fontanero, de albañil… Arreglaba relojes… Hacía de todo.
En Tafisa empezó de peón y se metían con él porque le sangraban las manos; el
Jefe lo llamó, habló con él y lo puso de encargado de fontanero. Había una báscula
para pesar la cola de los tableros y vinieron unos alemanes para montar una
máquina y mi marido estaba mirando y se fijaba en el montaje para aprender.
Cuando se estropeó la báscula, la fábrica tuvo que parar hasta que vinieran los
alemanes a arreglarla; pero él la puso a funcionar…. Cuando vinieron los
alemanes le dieron el visto bueno…Aunque no tenía estudios, y había quienes los
tenían, sabía de todo…
Yo dependía mucho de él; pero también trabajé mucho en esta casa, porque para
hacerla teníamos que comprar el terreno y nadie nos lo quería vender, porque
pensaban que no teníamos dinero para pagarlo… Al final nos lo vendieron muy
caro. Después de comprar el terreno hicimos poco a poco la casa…No quisimos
pedir dinero al Banco, porque, como decía mi marido, si le pasaba algo a él y no
podía pagar el préstamo, me quedaba sin terreno y sin casa.


David Dopazo García 3º ESO-A

No hay comentarios:

Publicar un comentario